viernes, 30 de abril de 2010


EN EL 2011*

En el 2011 nos pueden ganar pero no nos van a llevar puestos. No le van a ganar al museo de cera del 83 ni al partidito liberal del 99.

Van a tener que ganarle al Movimiento Nacional.

A la Peronósfera , a la CGT , a los “Putos Peronistas de la Matanza ”, a la parte de CTA que banca el proyecto, a los muchachos de las Crisfields, a los militantes barriales, a los organismos de DDHH, a la Cris Pasión.

A los beneficiarios de todo lo ocurrido desde el 2003.

A los pibes, a los viejos.

Van a venir por nosotros con todo lo que tienen pero nos van a encontrar organizados y en la calle. Nos van a encontrar alegres, como siempre, pero con los dientes apretados.

No les vamos a regalar lo conseguido. No vamos a volver atrás así nomás. No vamos a olvidar ni un solo minuto del pasado pero no les vamos a entregar ni un poquito del futuro.

Por lo menos no fácilmente, por lo menos no sin pelear.

En el 2011 –es decir, a la vuelta de la esquina– van a querer reconstruir la republiqueta de las cien familias, la naturaleza del viejo régimen, el orden conservador. Pero están en problemas: los morochos empezaron a recuperar la calle y les va a costar mucho mandarlos de vuelta a casa.

Van a venir por nosotros y nos van a encontrar con un bombo en la mano y la sonrisa de Evita en los ojos.

A todos.

A los millones que somos. A los más viejos, todavía puteando a Rojas y Aramburu. A los que zafaron de la picadora de carne. A los pibes que rajan del paco y la policía como nosotros rajábamos de la policía.

No nos vamos a mover un paso.

Nos pueden ganar pero deberán saber que no pueden derrotarnos.

Porque no se puede derrotar a lo más bello y doloroso que esta tierra ha dado o mejor dicho no se puede derrotar a la belleza y al dolor cuando han salido a ocupar la ciudad.

Seguirán mintiendo, traicionando, impostando la voz y poniendo cara de republicanos. Usarán a la prensa como amplificador y al Departamento de Estado como garante final. Insistirán en sacar pequeñas ventajas de sus pequeños propósitos y a veces lograrán algo pero todos sus logros serán avances de segundo orden frente a lo indetenible, frente a lo que no tan discretamente ni tan en voz muy baja llaman “esos negros de mierda”.

Van a venir por nosotros porque no pueden confiar en la muchacha, ni en el peoncito ni en el limpiavidrios. Los que antes pedían una moneda ahora quieren sueldo, los que heredaban la ropa que le iba quedando chica a los niños de la casa pretenden aportes jubilatorios.

Nos pueden ganar si nos equivocamos, si no entendemos, si llegamos tarde. Pero aun así somos mejores que ellos y sus alcahuetes de izquierda y derecha.

Y lo saben.

Vamos, compañeros. Tomémonos del brazo, miremos adelante.

Es tiempo de pelear por la vieja Patria nuestra que nos hace un nudo en la garganta cuando cantamos la última estrofa del himno. En la calle, en la escuela, en la plaza.

Como antes, como siempre.

*Esta nota nos llegó vía correo electrónico sin firma. Adherimos totalmente al pensamiento y le agradecemos al compañero anónimo.

martes, 23 de febrero de 2010

Hasta la vista, baby!


Se decidió crear un bloque regional sin los EEUU. SALAMANCA, LLEVATELO! Se viene un Grupo Río reloaded...(http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1236393&pid=8382059&toi=6256)

Celebramos la noticia!

Orgullo


Ayer en Cancún, CFK consiguió un fuerte respaldo en la Cumbre de la Unidad Latinoamericana en la postura de la Argentina sobre Malvinas, denunciando la instalación de plataformas de exploración petrolera británicas. Este apoyo por parte de los 32 países latinoamericanos, significó un nuevo reconocimiento de la soberanía de la Argentina sobre las islas del Atlántico Sur, que este gobierno como el anterior vienen obteniendo de cada foro internacional en el que participan. Hoy se firma el documento.
Sin embargo, no nos da nada de orgullo, sino preocupación las distintas versiones que circularon tanto por el multimedio como en el pasquín de los Saguier, acerca de una nueva escalada de "conflicto" diplomático entre Gran Bretaña y Argentina. Como dicen nuestros compañeros rosarinos (http://notasinternacionales.blogspot.com/2010/02/malvinas-existe-realmente-una-escalada.html), nada más lejos.

Sorprende, un poco, bah...tampoco tanto, la postura belicista y castrense de Rosendo Fraga en La Nación de hoy (http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1236006). Qué lejos de la realidad Don Rosendo! Parece que siempre es un buen momento para echar en cara como se "humilla" a las fuerzas armadas... SALAMANCA, LLEVATELO!

sábado, 20 de febrero de 2010

18/02/2010

El neoliberalismo en democracia Por Aldo Ferrer

En el mar­co de una den­si­dad na­cio­nal muy frá­gil y vul­ne­ra­ble tu­vie­ron lu­gar, en la dé­ca­da del ’90, las po­lí­ti­cas neo­li­be­ra­les que en la Ar­gen­ti­na, más que en cual­quier otro país de la Amé­ri­ca la­ti­na, se lle­va­ron a ca­bo has­ta sus úl­ti­mas con­se­cuen­cias. Por ejem­plo, la Ar­gen­ti­na fue el úni­co de los paí­ses la­ti­noa­me­ri­ca­nos que ex­tran­je­ri­zó la em­pre­sa pe­tro­le­ra es­ta­tal. En un de­sen­fre­no de can­je de deu­da im­pa­ga­ble por ac­ti­vos va­lio­sos, si­mul­tá­nea­men­te se ven­die­ron y, ma­yo­ri­ta­ria­men­te, ex­tran­je­ri­za­ron, los prin­ci­pa­les sec­to­res de la in­fraes­truc­tu­ra de trans­por­tes, co­mu­ni­ca­cio­nes y ener­gía.

Nú­cleos fun­da­men­ta­les de la eco­no­mía y las prin­ci­pa­les em­pre­sas pri­va­das pa­sa­ron al con­trol de fi­lia­les de cor­po­ra­cio­nes tras­na­cio­na­les. Al fi­nal del pro­ce­so, de las 500 ma­yo­res em­pre­sas no fi­nan­cie­ras, más de 300, con cer­ca del 90% del va­lor agre­ga­do, se con­vir­tie­ron en fi­lia­les. El ré­gi­men de con­ver­ti­bi­li­dad con ti­po de cam­bio fi­jo con­vir­tió al Ban­co Cen­tral en una Ca­ja de Con­ver­sión, de pe­sos en dó­la­res, per­dien­do el con­trol de la po­lí­ti­ca mo­ne­ta­ria. To­da la po­lí­ti­ca eco­nó­mi­ca que­dó su­bor­di­na­da a los mo­vi­mien­tos de ca­pi­ta­les es­pe­cu­la­ti­vos.
La pri­va­ti­za­ción del sis­te­ma ju­bi­la­to­rio co­lo­có la prin­ci­pal fuen­te de for­ma­ción del aho­rro in­ter­no al ser­vi­cio de ren­tas de los in­ter­me­dia­rios, la es­pe­cu­la­ción fi­nan­cie­ra y la sa­li­da de ca­pi­ta­les. Los de­sa­rro­llos tec­no­ló­gi­cos de van­guar­dia en ener­gía nu­clear, in­dus­tria ae­ro­náu­ti­ca y mi­si­lís­ti­ca pa­ra fi­nes pa­cí­fi­cos, fue­ron pa­ra­li­za­dos, ven­di­dos o sim­ple­men­te des­man­te­la­dos, co­mo su­ce­dió con el pro­yec­to mi­si­lís­ti­co Cón­dor, de Fal­da del Car­men. El im­pul­so pri­va­tis­ta y ex­tran­je­ri­za­dor prác­ti­ca­men­te no de­jó na­da im­por­tan­te por ven­der.
Lo que no se ven­dió, co­mo las plan­tas nu­clea­res, no lo fue por­que no hu­bo in­te­re­sa­dos. Al mis­mo tiem­po, la po­lí­ti­ca eco­nó­mi­ca se ata­ba de pies y ma­nos ba­jo el ré­gi­men de la con­ver­ti­bi­li­dad. Fi­nal­men­te, la apre­cia­ción del pe­so des­tru­yó la com­pe­ti­ti­vi­dad de bue­na par­te de la pro­duc­ción de bie­nes tran­sa­bles.
Es­ta es­tra­te­gia de­te­rio­ró el te­ji­do de pe­que­ñas y me­dia­nas em­pre­sas, par­ti­cu­lar­men­te en los gran­des cen­tros ur­ba­nos y en las ac­ti­vi­da­des pro­duc­to­ras de bie­nes tran­sa­bles.

Con­se­cuen­te­men­te, au­men­tó la con­cen­tra­ción de la pro­duc­ción en po­cas fir­mas, ma­yo­ri­ta­ria­men­te ex­tran­je­ras. Se de­sar­ti­cu­la­ron las ca­de­nas de va­lor en las ac­ti­vi­da­des de ma­yor den­si­dad tec­no­ló­gi­ca, en don­de eran pro­ta­go­nis­tas mu­chas py­mes.
De­sa­pa­re­cie­ron en el sec­tor pri­va­do ac­ti­vi­da­des de in­ves­ti­ga­ción y de­sa­rro­llo, in­no­va­ción y adap­ta­ción de tec­no­lo­gía. Con la ven­ta de YPF, se des­man­te­ló el acer­vo tec­no­ló­gi­co acu­mu­la­do en la em­pre­sa, exac­ta­men­te al con­tra­rio de la ex­pe­rien­cia de Pe­tro­bras que se con­vir­tió en ti­tu­lar de tec­no­lo­gías de pun­ta, so­bre to­do en la pro­duc­ción offs­ho­re. Lo mis­mo su­ce­dió con la ex­tran­je­ri­za­ción de la fá­bri­ca de avio­nes de Cór­do­ba, mien­tras Bra­sil po­nía en mar­cha el de­sa­rro­llo de Em­braer, ac­tual­men­te la ter­ce­ra pro­duc­to­ra de ae­ro­na­ves del mun­do.
Los as­ti­lle­ros y la in­dus­tria na­val, in­clu­yen­do la de em­bar­ca­cio­nes de­por­ti­vas, su­frie­ron la mis­ma suer­te. Fue un ata­que sis­te­má­ti­co al sis­te­ma na­cio­nal de cien­cia y tec­no­lo­gía con­sis­ten­te con el man­da­to de que “los cien­tí­fi­cos fue­ran a la­var pla­tos”. El sec­tor agro­pe­cua­rio so­por­tó me­jor por­que co­men­za­ba una fuer­te ex­pan­sión de la de­man­da mun­dial y te­nía lu­gar, en el sec­tor, una re­vo­lu­ción tec­no­ló­gi­ca. Sin em­bar­go, su po­si­ción fi­nan­cie­ra es­ta­ba se­ria­men­te com­pro­me­ti­da al fi­nal del pe­río­do.
En la in­fraes­truc­tu­ra, se des­man­te­ló el sis­te­ma fe­rro­via­rio, en una épo­ca en la cual el fe­rro­ca­rril era re­va­lo­ri­za­do en el mun­do co­mo un efi­cien­te me­dio de trans­por­te. En cam­bio, se dio im­pul­so, ba­jo el ré­gi­men de pea­jes, a un de­sa­rro­llo con­si­de­ra­ble de la red de au­to­pis­tas y ca­rre­te­ras. Lo mis­mo su­ce­dió con el de­sa­rro­llo de ae­ro­puer­tos. La ex­tran­je­ri­za­ción de Ae­ro­lí­neas Ar­gen­ti­nas im­pli­có la ven­ta de una em­pre­sa es­ta­tal, ra­zo­na­ble­men­te efi­cien­te y com­pe­ti­ti­va, pa­ra con­ver­tir­la en un ob­je­to más de la es­pe­cu­la­ción y el sa­queo de ac­ti­vos pú­bli­cos.
De las pri­va­ti­za­cio­nes, só­lo so­por­ta­ron el test de la efi­cien­cia, las li­ga­das a los sec­to­res, co­mo el de las te­le­co­mu­ni­ca­cio­nes,?de ace­le­ra­do cam­bio tec­no­ló­gi­co, en los cua­les la re­vo­lu­ción tec­no­ló­gi­ca fue de tal mag­ni­tud que ha­ce in­com­pa­ra­ble la per­for­man­ce de las em­pre­sas ba­jo con­duc­ción pú­bli­ca an­tes de la pri­va­ti­za­ción y la pri­va­da, des­pués de la mis­ma. En otros paí­ses, co­mo Uru­guay, el man­te­ni­mien­to del sis­te­ma de co­mu­ni­ca­cio­nes en ma­nos del Es­ta­do tu­vo lo­gros ma­yo­res de efi­cien­cia y cos­tos que los al­can­za­dos en la Ar­gen­ti­na des­pués de la ex­tran­je­ri­za­ción.
En los sec­to­res de tec­no­lo­gía es­ta­bi­li­za­da, co­mo trans­por­te aé­reo y fe­rro­via­rio, aguas po­ta­bles y otros, las pri­va­ti­za­cio­nes fra­ca­sa­ron ca­si sin ex­cep­cio­nes. En re­su­men, el Es­ta­do y sus em­pre­sas (que de­bían ser re­for­ma­dos, con un es­pa­cio im­por­tan­te pa­ra la pre­sen­cia pri­va­da, en con­di­cio­nes de efi­cien­cia y trans­pa­ren­cia), fue­ron pues­tos al ser­vi­cio de la es­pe­cu­la­ción y el sa­queo del pa­tri­mo­nio pú­bli­co.
El pe­río­do de eu­fo­ria del Plan de Con­ver­ti­bi­li­dad, sos­te­ni­do por el cré­di­to in­ter­na­cio­nal y los in­gre­sos de­ri­va­dos de las pri­va­ti­za­cio­nes, per­mi­tió una con­si­de­ra­ble re­cu­pe­ra­ción de la ac­ti­vi­dad eco­nó­mi­ca res­pec­to del de­pri­mi­do ni­vel de la cri­sis de 1989/1990, pe­ro al fi­nal de la dé­ca­da del go­bier­no de Me­nem, en 1999, el PBI per cá­pi­ta es­ta­ba prác­ti­ca­men­te al mis­mo ni­vel de vein­te años an­tes. El sis­te­ma acu­mu­ló cre­cien­tes de­se­qui­li­brios fis­ca­les y?de ba­lan­ce de pa­gos, en un es­ce­na­rio de au­men­to cons­tan­te de la deu­da ex­ter­na.
En la dé­ca­da del ’90, la cuen­ta co­rrien­te del ba­lan­ce de pa­gos acu­mu­ló un dé­fi­cit su­pe­rior a u$s70.000 mi­llo­nes y la deu­da ex­ter­na au­men­tó otro tan­to. Los in­gre­sos de­ri­va­dos de las pri­va­ti­za­cio­nes del pe­tró­leo, las te­le­co­mu­ni­ca­cio­nes y, prác­ti­ca­men­te, la to­ta­li­dad de la in­fraes­truc­tu­ra de ser­vi­cios pú­bli­cos, no al­can­za­ron pa­ra com­pen­sar los de­se­qui­li­brios pro­vo­ca­dos por la apre­cia­ción cam­bia­ria y el con­jun­to de la es­tra­te­gia neo­li­be­ral.
La es­ta­bi­li­dad de pre­cios se sos­tu­vo so­bre la ba­se efí­me­ra de nue­va deu­da y la des­truc­ción de ca­pa­ci­dad com­pe­ti­ti­va. Los mo­men­tos de in­cer­ti­dum­bre en la eco­no­mía mun­dial pro­vo­ca­ron la fu­ga ma­si­va de ca­pi­ta­les, co­mo su­ce­dió con la lla­ma­da cri­sis del te­qui­la y, más tar­de, la de va­rios paí­ses asiá­ti­cos. El sis­te­ma se sos­te­nía so­bre la ba­se del res­pal­do del FMI y el ac­ce­so al cré­di­to in­ter­na­cio­nal. Cuan­do los de­se­qui­li­brios fue­ron ta­les, que la in­sol­ven­cia y el de­fault eran in­mi­nen­tes, el sis­te­ma se apro­xi­ma­ba al co­lap­so, lo cual su­ce­dió ba­jo del go­bier­no de la Alian­za.
La po­lí­ti­ca ex­te­rior fue con­sis­ten­te con la es­tra­te­gia del “rea­lis­mo pe­ri­fé­ri­co”, va­le de­cir, la ad­he­sión?in­con­di­cio­nal al cen­tro he­ge­mó­ni­co, pa­ra ser de­po­si­ta­rio de su con­fian­za y des­ti­na­ta­rio de los cré­di­tos e in­ver­sio­nes de los cen­tros de po­der in­ter­na­cio­nal. Las “re­la­cio­nes car­na­les” con los Es­ta­dos Uni­dos fue­ron una for­ma muy grá­fi­ca de ca­rac­te­ri­zar una po­lí­ti­ca cu­yo ob­je­ti­vo es­ta­ba re­du­ci­do a “trans­mi­tir se­ña­les amis­to­sas a los mer­ca­dos”. El com­pro­mi­so lle­gó al ex­tre­mo de in­vo­lu­crar­se en el con­flic­to del Orien­te Me­dio, con­tra­ria­men­te a la pru­den­te tra­di­ción de la me­jor po­lí­ti­ca ex­te­rior ar­gen­ti­na, de no en­tro­me­ter­se en los con­flic­tos de las gran­des po­ten­cias. Las con­se­cuen­cias de se­me­jan­te ac­ti­tud pro­ba­ble­men­te in­clu­yen que, po­co más tar­de, la Ar­gen­ti­na fue­ra es­ce­na­rio de ata­ques te­rro­ris­tas con­tra la co­mu­ni­dad ju­día.
Una eco­no­mía en cri­sis, sin ac­ce­so al cré­di­to in­ter­na­cio­nal, las re­glas del jue­go de la con­ver­ti­bi­li­dad ago­ta­das y una po­lí­ti­ca ex­te­rior gol­pea­da por la im­pru­den­cia, fue la he­ren­cia que re­ci­bió el go­bier­no de la Alian­za. La so­cie­dad bus­có una al­ter­na­ti­va a la es­tra­te­gia del go­bier­no Me­nem pe­ro, en de­fi­ni­ti­va, se li­mi­tó a in­ten­tar ad­mi­nis­trar me­jor la mis­ma po­lí­ti­ca, sin cam­biar las re­glas del jue­go, in­clu­yen­do la con­ver­ti­bi­li­dad y el uno a uno.
La cri­sis de con­fian­za im­pul­só la sa­li­da ma­si­va de ca­pi­ta­les, ge­ne­ró bro­tes de vio­len­cia, pro­vo­có la re­nun­cia del pre­si­den­te a fi­nes del 2001 y cul­mi­nó en un de­sor­den sin pre­ce­den­tes. El país vol­vía a pa­gar un al­to pre­cio por la fra­gi­li­dad y vul­ne­ra­bi­li­dad de su den­si­dad na­cio­nal.
La es­tra­te­gia neo­li­be­ral se ins­ta­ló con el gol­pe de Es­ta­do de 1976 y pre­do­mi­nó has­ta la ex­traor­di­na­ria cri­sis del 2001/2002. Ese cuar­to de si­glo fue el peor de la his­to­ria eco­nó­mi­ca ar­gen­ti­na. El PBI per cá­pi­ta dis­mi­nu­yó en 10% en­tre un ex­tre­mo y otro. El de­te­rio­ro so­cial que­dó re­fle­ja­do en el de­sem­pleo del 24% de la fuer­za de tra­ba­jo, un em­pleo in­for­mal de más del 50% de la ocu­pa­ción y pro­por­cio­nes sin pre­ce­den­tes de po­bre­za, in­di­gen­cia y con­cen­tra­ción del in­gre­so. Co­mo ve­re­mos en la pró­xi­ma no­ta, el de­sor­den de la ma­croe­co­no­mía fue tam­bién ex­traor­di­na­rio.
* Di­rec­tor Edi­to­rial de Bue­nos Ai­res Eco­nó­mi­co
http://www.elargentino.com/nota-78296-El-neoliberalismo-en-democracia.html